
Hace algunas semanas, en Morón se vivió un cimbronazo político donde las especulaciones se apoderaron de la escena y las operaciones se adueñaron del microclima del distrito. La salida de Diego Spina del gabinete municipal de Lucas Ghi parecían poner en jaque la autoridad del jefe comunal pero rápidamente ejecutó acciones estratégicas para hacer valer su condición de líder en Morón, no por nada fue elegido en tres oportunidades por los vecinos para comandar la ciudad.
Decisiones en áreas como seguridad, tal vez la principal demanda de los vecinos del distrito, revitalizaron su rol, y el apoyo mostrado por el gobernador de la provincia de Buenos Aires Axel Kicillof sobran de muestra para desterrar un mito que el Sabbatelismo busca instalar en plena retirada.
Sabida es la intención de Martín Sabbatella, acusado y condenado a seis meses de prisión en suspenso por “Abuso del Cargo Público”, sentencia que finalmente fue confirmada por la Corte Suprema de la Nación en 2024, es la de tomar por la fuerza el poder en Morón y reanimar a una fuerza política que tuvo su furor allá a finales de los 90 pero que fue mutando hasta convertirse en la tenue voz de Cristina Kirchner en la zona.
El panorama para Ghi a final de 2024 era desolador, un municipio cooptado por militantes que recibían instrucciones de su jefe político de no acatar las órdenes de la máxima autoridad. Un apagón informativo para invisibilizar al Intendente electo por la voluntad popular que incluyó una serie de hechos papelonezcos y otros con una relevancia directa sobre los vecinos. La creación de redes sociales paralelas donde se mostraba la figura de funcionarios ligados a Sabbatella, la sobre ejecución de la pauta publicitaria para favorecer a amigos (La Nación+ realizó un informe al respecto), la usurpación del cargo de máxima autoridad por parte Sabbatella en actos públicos o eventos, el llamado a no limpiar la ciudad, la desatención de decenas de móviles policías o la utilización de vehículos del municipio para funcionarios son solo algunas de las cosas que cuentan quienes sobreviven a una interna que poco le importa a los vecinos.
Los especialistas aseguran que, en esta especie de interna,la ruptura de Nuevo Encuentro no es nueva y le facturan a Martín Sabbatella las derrotas electorales cada vez que quiso competir a una escala mayor, incluso hay quienes no perdonan la incorporación del partido a las esferas kirchneristas. Aquella “alianza” la emparentan con la desmedida ambición personal y no al bien común del partido que finalmente subsistió con el armado de Diego Spina que debió convencer a su mejor jugador para recuperar el poder en 2019 luego del mandato de Ramiro Tagliaferro. Inclusive actores cercanos a Sabbatella aseguran que no logran entender la poca autocrítica ante decisiones que le costaron al partido la pérdida de peso específico.
Entonces, las posturas hacia adentro son más claras. Desde el ala fundadora y fundamentalista de la tijerita creen que es la última oportunidad de reinstalar a Sabbatella y reclaman un derecho adquirido. Fue el propio Martín quien en una entrevista radial no descartó ser candidato a Intendente, a pesar de que los números de algunas encuestadoras lo dan por debajo del Intendente, Cambiemos y un eventual candidato libertario. Elemento que no desconoce el sabbatellismo y por es por eso que se convirtieron en el principal obstáculo interno de la fuerza obligando a tomar partido.
Desde la otra orilla, no logran entender porque combatir a una figura que acumuló los votos necesarios para volver a comandar a Morón y que ha sabido mantener un tono de concordia con todos los sectores hasta generar una relación estrecha con la provincia lo que hace suponer que hay un techo bastante más alto que el de tropezar nuevamente con la misma piedra.
En los primeros días del año ya se ha visto a un Lucas Ghi activo y participativo en el nuevo armado de Kicillof en la Provincia pero también con decisiones fuertes dentro de un gabinete que se sigue nutriendo de especialistas y no tanto cuadro gastado.