Hombres superiores lucharon por lo imposible. Y lo hicieron posible….
Hoy que estamos redondeando el 25 de Mayo, aludiré a un hombre Juan José Castelli, cuyos valores espirituales no son, considero suficientemente conocidos.
Se ha mencionado repetidamente su nombre, pero su trayectoria no es demasiado conocida. Considero que le cabe la expresión de “olvidado inolvidable”.
Había nacido en 1764.
Vivió intensos 48 años hasta un 12 de octubre de 1812.
Era pariente de Belgrano, a quién adhirió espiritualmente con admiración y con lealtad.
Su padre, fue un prestigioso médico nacido en Venecia, Italia de firmes convicciones religiosas.
Quiso insuflar en su hijo la vocación sacerdotal.
Juan José, comenzó la carrera eclesiástica, pero la influencia de Belgrano y su vocación jurídica le hicieron cambiar los futuros hábitos religiosos por el Derecho hasta doctorarse como abogado.
Tuvo siempre una adhesión plena a los principios de la revolución francesa: Liberta, Igualdad y Fraternidad.
El tenía 25 años, en ese 1789, el año de la revolución francesa.
Casi no ejerció su profesión. Se dedicó con fervor al periodismo, ya en los primeros periódicos que los criollos habían creado.
Era muy leída una columna semanal suya con este sugestivo título entre signos de admiración:
“¡Queremos ser libres!”.
Una breve anécdota define sus principios… y diría que también su coraje.
Un noble español, -un duque- pariente del Virrey Cisneros, a quien acompañaba un esclavo negro detrás, a dos o tres metros de distancia, se cruzó con Castelli.
El esclavo, que portaba un jarrón de porcelana, tropezó con nuestro hombre cayendo de sus manos el valioso jarrón, que se destrozó totalmente.
El aristócrata español, con su bastón golpeó al esclavo reiteradamente, con rudeza, lastimándolo.
-“¡Está cometiendo Ud. una injusticia, Sr. Duque. La culpa ha sido mía”. Le dijo Castelli. Palabras a las que agregó una sonora bofetada en el rostro del duque español.
Fue detenido de inmediato. Sólo la influencia de Belgrano pudo salvarlo de una larga estadía en la cárcel.
Creo que este solo hecho ya define la humana personalidad de Juan José Castelli.
Este patriota ya está en las páginas de nuestra historia por múltiples circunstancias. La más notoria fue haber integrado la Primera Junta de Gobierno Patrio.
Otro motivo, sería una importantísima misión que cumplió con Martín Rodríguez en los días previos al 25 de mayo de 1810. Comisionados ambos, para persuadir al Virrey Cisneros a que convocase a un Cabildo Abierto, lograron convencer finalmente al gobernante.
Había conseguido escalar la primera valla para el logro de la libertad de su Patria. Y la primera valla suele ser la más alta.
Hacía ya algunos años que, en los periódicos y en la tribuna Castelli luchaba para terminar con la discriminación política, económica y social a que estaban sometidos los nativos. Por esa confusión mental, que ciega a muchos hombres equiparando “diferente” con inferior, a los criollos se los relegaba en casi todos los aspectos.
Firme y enérgico él entendió, ya concretada la Revolución de Mayo, que debían mostrarse fuertes para solidificar ese frágil árbol que era la nueva Patria.
Y en ese carácter le tocó la muy penosa misión de ordenar el fusilamiento de Liniers y de otras personas que conjuraban para derribar a la Primera Junta.
Dijo en esa ocasión Juan José Castelli:
-“Si por mis sentimientos fuera, jamás ordenaría la muerte de un preclaro ciudadano como Liniers. Pero, entre la Patria y mi dolor espiritual no tengo opción. Elijo la supervivencia de mi patria.” Y agregaba:
-“Calmadas las pasiones, estoy seguro que las futuras generaciones, comprenderán mi sacrificio”.
A los cuarenta y seis años un diagnóstico terrible lo condenó definitivamente. Le detectaron un cáncer en la lengua. La misma lengua que había anunciado el advenimiento de la Patria Nueva. Finalmente, se la extirparon.
Vivió dos años mas, obviamente en total silencio, físicamente explicable, pero también lo tocó soportar el silencio de sus compatriotas para con él y esto no es tan fácilmente explicable.
Injurias, a las que ya no podía ni quería responder, le ratificaron que un microbio puede empujar una calumnia y que un gigante no podría detenerla.
Y un aforismo final para Juan José Castelli, uno de los grandes de nuestra Historia Patria.
“Hay metas que parecen inalcanzables. Pero hay hombres nacidos para alcanzarlas”.